Los insólitos argumentos de Javier Milei para no borrar un posteo contra Ian Moche

El mandatario intenta nuevamente despegarse de las descalificaciones contra el chico de 12 años: apela al derecho a la libertad de expresión y a la repetida premisa de que sus cuentas en las redes son personales y no lo representan como presidente.

Javier Milei volvió a negar que lo que publica en sus redes sociales lo haga como Presidente de la Nación. Así lo afirmó en una nueva presentación judicial donde otra vez intentó despegarse de las descalificaciones que desató contra Ian Moche, el niño con autismo que acusó al mandatario de haberlo insultado y que le pidió pública y judicialmente que borre el posteo donde había tenido ese gesto.

A través de un escrito presentado en la causa abierta por la familia Moche, el primer mandatario apeló al derecho a la libertad de expresión y al remanido argumento de que sus cuentas en las redes sociales son personales y no lo representan como presidente.

La insólita explicación que pretende justificar la existencia de una doble personalidad entre quien escribe y quien publica fue parte de la estrategia de Milei para desprenderse de sus responsabilidades también en la megaestafa con la cripto $Libra.

Es más, el argumento había sido desestimado por Oscar Julio Gutiérrez Eguía, el fiscal de la causa abierta por el niño Ian Moche y que el mes pasado había dictaminado que la cuenta en X de Javier Milei no es solo personal, sino que lo representa como Presidente.

A través de sus abogados, Milei presentó un escrito en esta causa y sostuvo que la demanda en su contra es improcedente, confusa y “carente de sustento jurídico” y sostuvo que al mandatario “no se le puede formular reproche alguno” en términos personales.

En su descargo, ensayó además una serie se excusas para sostener que –palabra más, palabra menos- lo que él habla en la red social X queda despegado de su cargo como jefe de Estado, una condición que asumió desde el 10 de diciembre de 2023 y que detentará hasta la misma fecha del 2027.

En su escrito el Presidente negó lo siguiente:

Que la cuenta de la red social “X” @JMilei sea una cuenta oficial o institucional del PEN (Poder Ejecutivo Nacional).

Que lo escrito allí no fue una medida administrativa o un acto de Estado.

Que sus posteos hayan sido “una agresión al honor, reputación o integridad” del niño.

Que un reposteo sea una “ratificación o legitimación de agravios”.

Que el autor del posteo que él retuiteó no es él.

Que la publicación tuvo la capacidad de generar "un daño irreparable, grave, inminente”.

“Que el interés superior del niño habilite restringir la libertad de expresión política en el marco de un debate público legítimo”.

Que el caso constituya una situación de urgencia que habilite la vía de amparo.

Que él haya “incumplido deberes institucionales, constitucionales o convencionales”.

En otras palabras, Milei sostuvo que lo que él dijo en X no lo dijo como Presidente y que por lo tanto ese tuit no fue un pronunciamiento administrativo, que repostear no es ratificar, que su agresión no fue una agresión, que calificar de “kukas” a Ian y a su familia no es causar “un daño irreparable” ni “grave”, que a un niño se lo puede criticar aunque su condición sea la de niño y que, por lo tanto, las denuncias en su contra no son procedentes.

No obstante, insistió: “El reposteo fue realizado desde mi cuenta personal (@JMilei) y no implicó una decisión administrativa, normativa o acto estatal alguno, ni implicó uso de fondos públicos, sino que constituyó una acción privada que contiene la expresión crítica sobre la labor y agenda subyacente de un periodista públicamente conocido, y respecto de cuestiones de interés público en el contexto del debate público”, en relación a Paulino Rodríguez.

Asimismo, el Presidente intentó desacreditar la denuncia de Ian sosteniendo que el amparo que presentó para que borre el tuit no tuvo que ver con una cuestión legal sino ideológica: “la interpretación subjetiva y la irritación o inquietud que pueda sentir el actor, o en este caso daría la apariencia que más bien su letrado patrocinante (…) no es óbice para ejercer una censura et-post y menoscabar el derecho a la libertad de expresión y aplicar la cultura de cancelación hacia la opinión con la cual no simpatizan”.

Lo que también hizo el jefe de Estado fue apelar insólitamente a la libertad de expresión, el derecho que cita cada vez que desata sus cataratas de insultos y con el que persigue y judicializa a quienes opinan en su contra.

Dijo Milei que el tweet por el que se lo denunció “no es un acto estatal” sino “una publicación protegida por el derecho constitucional a la libertad de expresión que me garantizan la Constitución nacional y los tratados internacionales con jerarquía constitucional”.

Y para enredar aún más la cuestión, afirmó que las críticas que hizo en su posteo, en el que descalifica como “kukas” a Ian y su familia, no fue hacia ellos sino al periodista que alude el tuit original:

“El tweet claramente fue una opinión crítica sobre la labor y agenda subyacente de un periodista públicamente conocido” quien “goza de la máxima tutela constitucional que pueda darse a una (libertad de) expresión”.

Por otra parte, rechazó también el pedido de Ian para que borre el posteo en el que lo descalificó: “Si se considerara que el tweet es una información en lugar de una opinión (…), tampoco es admisible su remoción, dado que no se ha actuado con real malicia, sino con buena fe”, dijo y pidió que por ello se desestime la denuncia en su contra.